¿Qué tipo de actividad estamos ofreciendo en el aula a nuestros estudiantes? ¿Son suficientes para que ellos desplieguen su cognición?

Discutamos sobre los elementos básicos para comprender que la “actividad” (actividad pedagógica en el aula), en el diseño de una clase, es el eje fundamental y facilitador de la expresión o manifestación de las habilidades del currículum.

La importancia de la actividad cognitiva fundamenta en las teorías de Vygostky y Leontiev, quienes proponen elementos constitutivos de toda actividad cognitiva.

Poder llevar al aula estas ideas y comprender que una actividad pedagógica es una experiencia para el desarrollo y para ZDP (zona de desarrollo próximo) y que el apropiado diseño en su planificación contribuirá a una oportunidad real en equidad educativa.

La Actividad permite la construcción psicológica de la mente, desde el contexto socio-histórico

(Vygostky)

Una de las características más relevante de los tiempos postmodernos es la gran cantidad de energía que gastamos las personas para realizar una tarea cuyos resultados obtenidos no se condicen con el esfuerzo involucrado. Así sucede en muchos planos de la vida social y laboral y uno de ellos es el plano de la educación.

La crisis de la educación pone en evidencia el limitado éxito de los esfuerzos docentes, produciendo una sensación creciente de desasosiego y frustración en los propios profesores. En apariencia los estudiantes cada vez aprenden menos y se interesan menos por lo que aprenden. Esta crisis en la educación que se manifiesta no solo en las aulas de educación básica, sino también en niveles superiores de la educación y muchas veces hasta en los propios adultos,  es atribuida por muchos, a factores propios de la época histórica que vive nuestra sociedad, donde la relatividad es la única certeza y donde el cambio es continuo. En este contexto, se recalca que el aprendizaje debe responder a nuevas habilidades cognitivas, más allá de los contenidos que tradicionalmente fueron estudiados en las escuelas.

Los resultados obtenidos, es decir, el nivel de aprendizajes que los estudiantes logran  después de un proceso educativo no dan cuenta del trabajo y de la inversión de tiempo, recursos, dedicación, etc. que ha hecho no solamente el profesor, sino también la escuela.

Cabe preguntarse:

¿Son las actividades pedagógicas una experiencia desafiante y acorde a los aprendizajes o habilidades que se deben desarrollar en el aula?

O dicho de otro modo…

¿Qué tipo de actividad están los profesores ofreciendo a sus estudiantes?

¿Han innovado las actividades o aún, la guía, la copia, las respuestas dirigidas y uno que otro trabajo grupal siguen  siendo los protagonistas de las aulas?

Son muchos los factores que se involucran en el diseño de las actividades que se concretan en el aula, muchas veces los profesores ofrecen atractivas y entretenidas actividades, pero con baja intencionalidad cognitiva o simplemente buscan actividades tradicionales porque no conocen otras.

Este panorama nos permite identificar la necesidad de abordar el desarrollo cognitivo no solo desde la teorización del aprendizaje sino que también desde las acciones concretas que ofrecemos a los estudiantes para poder acceder a dicha cognición. Una de estas acciones, sino la más importante, la central es la Actividad.

Actualmente las exigencias para mejorar los estándares de la educación han planteado la necesidad de buscar acciones pertinentes y eficaces que apoyen el complejo proceso del aprendizaje. Si bien es cierto, la escuela ha cumplido este rol durante toda su existencia, hoy, las demandas sociales exigen que los frutos de la educación se correspondan con el desarrollo del pensamiento, así como también con el desarrollo integral de los sujetos, con la capacidad de emprender, de saber, hacer y saber vivir en convivencia, con el fin de construir una sociedad más justa y menos desigual.